Imagen parcial de la fachada de la iglesia de Santa Felicitas |
Quiso la fatalidad que hace ya
poco más de un año me pusiera en contacto con una amiga y
colega de mi querido hermano, ausente hoy en mis días, aunque no en mi
recuerdo.
Quiso tal vez el azar, que de ese
primer contacto surgieran otros posteriores en los que yo
le regalara algunos poemas y relatos, y que ella a su vez, me
obsequiara con una serie de fotografías y con algunas de sus
interesantísimas obras New-Art que conservo junto con otras joyas
artísticas y literarias en «mi caja de los tesoros».
Y quiso, quizá el capricho del
destino, que como consecuencia de aquel primer contacto con
Buenos Aires en un aciago día de septiembre de 2008,
viera la luz con el transcurrir el tiempo, una historia entre
dos mares, surgida a raíz de un simple e-mail y de la necesidad
de contar vivencias ajenas que me hicieran olvidar en algunos
momentos las mías propias del último año.
Unos edificios en mal estado y un
rostro felino hicieron el resto...
Fotografía: Débora Tráchter