Muy buenas
tardes a todos y muchas gracias por vuestra asistencia a la presentación del
libro Los gatos de Santa Felicitas,
de Dolores Estal Hernández.
Soy Carmen
Martínez, presidenta de Amaranto Cultural y quiero presentaros a las personas
que amablemente han querido compartir esta mesa con la autora.
Ellos son:
—Maribel
Sáez, Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Sagunto.
—Carlos
Alberto Cabrera, Profesor de historia y Lengua.
Agradecemos su
presencia.
A partir de
este segundo año en Amaranto, como todos estamos ya más asentados, las
presentaciones de libros organizadas por nuestra entidad, corre a cargo de mi
compañera Lola Estal, que es nuestra coordinadora del área de literatura; pero
en esta ocasión y dado que ella misma es la autora del libro que hoy se
presenta, me ha pedido que sea yo la que desempeñe esa función. Lógicamente
estoy encantada de hacerlo y no sólo porque ella es mi compañera, sino porque
la aprecio de verdad y le tengo cariño, porque ella es muy válida y porque el
libro que ha escrito es una pasada.
Cuando
tengáis ocasión de leerlo, me daréis la razón.
Quiero que
me disculpéis, pero nací sin la vena que forja a los grandes oradores. Para hablar
delante de vosotros he tenido que echar mano, como otras veces, a estos folios;
lo mío es más la escritura. Este discurso lo escribí con mucho cariño hacia mi
compañera Lola, en la soledad de mi estudio, pero en medio de muchos papeles,
para ser leído en medio de muchas personas y en una tarde como hoy.
Una vez leí
o le oí decir a alguien que leer es colocar una prótesis en el corazón. Todos
hemos tenido la sensación de que algo nos falta, de que estamos incompletos
aunque no podamos definir con claridad cuál es precisamente esa pieza que en
algún momento perdimos o que, seguramente, jamás hemos tenido. Tal vez nos
falta algo de aventura, tal vez un poco de amor, tal vez simplemente queremos
algo que le dé sentido a nuestra vida. Leemos para eso, para suplir esa
carencia. Leemos porque nos sabemos incompletos y para completarnos tenemos que
echar mano de medios artificiales. Nos ponemos entonces, una prótesis de
literatura. Las palabras son el hilo con el que solemos remendar nuestro roto
corazón.
Es
precisamente este hilo, el de la literatura el que construye palabras, el que
se ha unido a este libro hecho de partes traídas de dos lugares del mundo:
Argentina y España. La literatura y las palabras han conseguido que surgiera
esta historia novelada que hoy os presentamos, con el título de Los gatos de Santa Felicitas.
Escribir es
unir fragmentos y dar forma a un relato. El escritor toma cosas de aquí y de
allá, une los sentimientos con las anécdotas y con su saber hacer. Nuestra
autora ha demostrado que sabe hacerlo muy bien. Este es el primer libro que
publica, pero no lo primero que escribe. Ella ha escrito antes algunos cuentos
distribuidos en pequeños libros, así como bastantes poemas —preciosos poemas
que a mí particularmente me encantan—. Y no hay que olvidar que, como redactora
de la revista Amaranto, nos regala cada trimestre artículos de una innegable
calidad literaria.
La primera
vez que tuve ocasión de presentar un libro, me dije que no tenía muy claro para
qué era necesaria la presentación de un libro; porque opinaba, y aún sigo
opinando, que un libro, que un buen libro como es el que hoy nos reúne, se
presenta por sí mismo.
Esta
historia de Los gatos de Santa Felicitas
es de esos libros que se presentan y se justifican solos, y eso se aprecia de
inmediato nada más ojearlo, y que se corrobora de forma rotunda tras su
lectura.
Así pues, y
como estoy segura de que los méritos de este libro están por encima de mi
modesta participación —y pidiendo disculpas a nuestros invitados—, esta
presentación podría acabar ahora mismo recomendándoos que no perdáis un solo
instante más escuchando mis palabras y acudáis cuanto antes a haceros con el
libro.
Sin embargo,
os confieso que con el tiempo he ido modificando mi criterio anterior sobre lo
innecesario de una presentación, porque he aprendido a darle a un acto como
éste una mayor dimensión y significado. La presentación de un libro, según lo
entiendo ahora, es, o debe ser, más que un acto social, un acontecimiento
cultural y, por tanto, una ocasión memorable y gozosa, sobre todo en los
tiempos que corren.
Nosotros, en Amaranto Cultural ya estamos
haciendo lo que podemos en pro de la cultura.
Esta
presentación del libro de nuestra compañera Dolores Estal, es una muestra de
ello.
Una parte de
la historia vivida en la dictadura de los años setenta en Argentina, está
condensada en este libro.
Tratar de
daros unas pinceladas de su contenido resulta difícil porque es tan densa la
historia, y tal la evidencia de un trabajo tenaz, bien documentado y
concienzudo, que se me hace casi imposible destacar tal o cual capítulo. De
todas formas, aunque sé que la autora nos hablará ampliamente de su obra, y
quizá también nuestro invitado Carlos, que es argentino y nadie mejor que él
para comentar este libro, quiero decir que Lola Estal en esta novela, ha sabido
demostrar una vez más, que el maridaje entre la literatura y el arte funciona;
al igual que el misterio, el romance y los finales imprevisibles; Y tal como
dice nuestra común amiga Débora cuando nos habla en una página, de la Iglesia
de santa Felicitas; el libro está impregnado de historia, amores, desamores y
muerte. Todo ello forma parte de esta obra que nos hace recordar temas que
nunca deberían quedar en el olvido.
Cuando leáis
este libro quedaréis encantados por la sencilla riqueza narrativa y descriptiva
desplegada en él. Yo lo leí hace poco tiempo y me gustó muchísimo, me enganchó
de tal forma su lectura, que no podía dejarlo, y lo leí de un tirón. Os
aconsejo que lo compréis, porque os va a encantar.
Y es que nuestra
autora es una trabajadora nata, que se implica mucho en todo lo que decide
hacer. Sé que le ha costado muchas horas, esfuerzo y un trabajo de
documentación importante escribir esta novela, pero todo ello ha valido la
pena. Y es que yo pienso que sentándose a escribir cada día es como uno
consigue ser escritor. Quienes no lo hagan así, en mi opinión, siempre quedarán
en aficionados.
En la
redacción de Amaranto estamos encantados de contar con Lola. Es voluntariosa,
animosa, eficiente, cumplidora y, lo más importante, muy buena persona y muy
buena compañera.
Me habría
encantado haber podido incluir en alguna página de este libro mi opinión sobre
la autora y su obra, para que todo el que lo leyera tuviese este conocimiento a
modo de información, pero al menos, estoy contenta de haber podido expresarlo
aquí hoy.
Solo me
resta decir que espero poder presentar muchos más trabajos de ella, que este
libro sea sólo el principio de otros tan magníficos como Los gatos de Santa Felicitas.
En nombre de
todos tus compañeros de Amaranto Cultural y en el mío propio, enhorabuena y
gracias por esta obra literaria que has regalado a la cultura.
A
continuación paso la palabra al profesor Carlos Alberto Cabrera.